En un emotivo testimonio, la madre de los asaltantes involucrados en un trágico incidente en Porreres, Mallorca, expresó su firme creencia en que la justicia divina eventualmente alcanzará a todos los implicados, tras la muerte de uno de los ladrones a manos de Pau Rigo, un anciano que se defendió de un robo en su hogar. "Si la justicia de la tierra no le alcanza, tenga por seguro que la justicia divina sí lo hará", afirmó la madre, reflejando su dolor y su deseo de justicia en medio de la adversidad.
El caso, que ha captado la atención mediática, continuó este lunes en la Audiencia Provincial de Palma, donde se lleva a cabo el juicio con jurado popular. En él se examinan las circunstancias que rodearon el robo ocurrido en febrero de 2018, en el que Rigo, entonces octogenario, disparó a uno de los ladrones que había entrado a su casa junto a otros dos cómplices. Delante del tribunal, se escucharon los testimonios de familiares y cercanos de los acusados, reflejando la controversia y las emociones envolventes de esta tragedia.
La exmujer de Rigo, quien estaba en el hogar al momento del robo y con quien el anciano aún convivía pese a su divorcio, relató cómo esa mañana fatídica comenzó con el pavoroso grito de su exmarido al encontrarse con los asaltantes, a quienes reconocieron. "¡Han vuelto!", expresó Pau, señalando que eran los mismos hombres que habían robado previamente. Este testimonio revela un patrón inquietante, donde el miedo y la vulnerabilidad de las víctimas son protagonistas en una sociedad que muchas veces ignora el lado humano de la justicia.
A medida que se desarrollaba el juicio, se desvelaron detalles sobre cómo Rigo decidió hacer uso de las escopetas que tenía en la casa, manifestando su intención de "dar un susto" a los ladrones. La exmujer recordó que, en la víspera del asalto, ambos acordaron que Pau debería tomar un arma, aunque no quedó claro qué implicaba exactamente ese "susto" cuando fue interrogada por la defensa. Esta ambigüedad añade otra capa a las complejas dinámicas del miedo y la defensa propia dentro del contexto del crimen.
El relato se adentra más en la confrontación física entre Rigo y los ladrones, donde se describe un forcejeo y el pánico que sintió la exmujer mientras se encontraba escondida. El testimonio de ambos revela la cruda realidad de un hogar asediado por la violencia, y cómo en un instante, la vida de las personas se puede alterar dramáticamente por la delincuencia. Notablemente, la madre de uno de los asaltantes ha manifestado su lamento por el estigma que su familia ha enfrentado por ser migrantes, haciendo un llamado a la comprensión y la justicia más allá de los actos delictivos de sus hijos.
La madre de los asaltantes no dudó en señalar que, aunque sus hijos son responsables, también son seres humanos que cometieron un grave error. En sus palabras, resaltó que la acción de sus hijos no debería ser una carga perpetua, sino un acto aislado que cualquiera podría cometer en un momento de desesperación. "Lo único que pido es justicia para mi hijo. Han matado a un ser humano, no a un perro", enfatizó, demandando respeto por la vida humana en medio de la tragedia.
Finalmente, el hijo de Pau Rigo también compareció ante el tribunal, describiendo el caos tras el robo y el estado en el que encontró a su padre, quien sufrió múltiples lesiones en el incidente. Con esta revelación, el juicio se convierte no solo en un examen de justicia en términos legales, sino también en un recordatorio del impacto humano que la violencia y el crimen generan en las familias. La casa familiar, que una vez fue un refugio, terminó siendo un constante recordatorio del asalto, lo que llevó a la decisión de venderla.
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