La sala del tribunal en Palma se encuentra en medio de un intenso debate judicial que ha captado la atención pública: el caso de Pau Rigo, un anciano de Porreres, Mallorca, quien en febrero de 2018 se vio involucrado en la fatal defensa de su hogar al enfrentarse a un ladrón. Este lunes, el juicio alcanza su tercer día y se centra en la declaración de testigos, comenzando con los agentes de la Guardia Civil que llegaron al lugar del incidente y que han estado trabajando en la investigación.
Rigo, en ese entonces un hombre de 78 años, enfrenta una posible condena de cuatro años de prisión solicitada por la Fiscalía, mientras que la acusación particular, en representación de la familia del delincuente fallecido, exige una pena de diez años. Este caso, que pone en juego la legitimidad de la defensa personal, ha generado un debate apasionante sobre los límites de la ley y la moralidad en situaciones extremas.
En la jornada anterior, los cuatro acusados en el caso dieron su testimonio. Dos de los planificadores del robo, provenientes de Campos, admitieron su participación con la esperanza de reducir sus penas. Sin embargo, surgieron diferencias significativas en la versión de los hechos entre el asaltante que sobrevivió y el propio Rigo, lo que ha incrementado la tensión en el tribunal.
El anciano relató que los ladrones, quienes son hermanos, lo agredieron repetidamente, un ataque que lo llevó a temer por su propia vida y la de su esposa. Rigo argumenta que, asustado y tras haber sido víctima de un robo violento meses antes, tomó una escopeta que tenía cargada con el fin de asustar a los intrusos y obligarlos a abandonar su hogar.
Sin embargo, cuando uno de los asaltantes se lanzó hacia él con un objeto contundente, Rigo sintió que no tenía otra opción y disparó en un acto desesperado de defensa. Este detalle ha suscitado un fuerte debate sobre la proporcionalidad de la reacción frente a la amenaza que se encontraba enfrentando.
Por otro lado, el ladrón que sobrevivió a la confrontación negó que su hermano tuviera la intención de agredir a Rigo con la herramienta que portaba. Según su testimonio, al subir del sótano después de saquear la caja fuerte, se encontraron de frente con el anciano apuntándoles con la escopeta, lo que generó una situación de alta tensión y confusión.
El asaltante mostró un sentido de remordimiento respecto a la situación, afirmando que estaba convencido de que Rigo no deseaba que la tragedia ocurriera. “Soy consciente de que fui el provocador, me equivoqué, pero pienso que ese arma no tendría que haberse disparado”, reflexionó, mientras la Fiscalía solicita para él una penalización de seis años, que su defensa busca reducir a solo un año de prisión.
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