
La reciente edición del Informe Mar Balear 2024 destaca las preocupaciones medioambientales en torno a la masificación turística en el archipiélago balear, donde cada bañista lleva involuntariamente consigo más de 30 gramos de arena tras su visita a las playas. Este fenómeno, junto con la creciente producción de residuos, representa un impacto severo en la delicada biodiversidad costera.
El informe, realizador por una colaboración de instituciones de investigación marina y entidades locales, pone de manifiesto que Baleares se ha vuelto un destino turístico fundamental, donde el 99.1% de las plazas disponibles se concentra en municipios costeros, intensificando así la presión sobre el entorno natural.
Los datos revelan un incremento notable en el turismo, con cifras del Indicador de Presión Humana (IPH) que reflejan el aumento de visitantes y el consumo excesivo de recursos. Cada año, según las estimaciones, los bañistas arrastran consigo alrededor de 34 gramos de arena, un detalle que, aunque pequeño a nivel individual, se traduce en una considerable erosión ambiental cuando se considera a gran escala.
Esta problemática se agrava en un contexto de cambio climático, ya que la subida del nivel del mar podría representar la desaparición de hasta la mitad de la superficie de las playas para finales de siglo. La pérdida de arena, por tanto, se convierte en una preocupación que amenaza el futuro de estos ecosistemas vitales.
Además de la pérdida de arena, el informe también examina cómo la afluencia turística repercute negativamente en las especies costeras. Entre los factores mencionados se encuentran las cremas solares, que contaminan las aguas, alterando la vida marina, y el ruido producido por las embarcaciones, que afecta el comportamiento de diversas especies, incluidos mamíferos marinos como los delfines.
Otro tema crítico abordado es el manejo de aguas residuales, ya que las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) a menudo no logran tratar el creciente volumen de desechos durante el pico turístico, lo que deriva en un deterioro de la calidad del agua desechada al mar.
El Informe Mar Balear subraya que la intensificación de la presión humana sobre el entorno natural ha aumentado drásticamente en las últimas décadas. Desde 1959, el número de turistas ha crecido de 320,000 a unos asombrosos 18.7 millones en 2024, lo cual significa un incremento del 58 veces en solo 66 años.
Comparando estadísticas, se observa que el incremento anual de turistas entre 1959 y 2000 fue de 224,335, mientras que desde 2000 hasta 2024, esa cifra se elevó a 376,100 visitantes anuales. Estas variaciones apuntan a que, si esta tendencia persiste, lo que se podría traducir en más de 28.5 millones de turistas para el año 2050.
En torno a las plazas turísticas, el crecimiento es igualmente alarmante, pasando de 14,609 en 1959 a 607,522 en 2023; una multiplicación por 41 en más de seis décadas. En particular, las viviendas de alquiler turístico han ganado un espacio significativo, reflejando una evolución en el tipo de alojamientos ofrecidos en las Islas.
Específicamente, durante el año 2024, en Mallorca se registraron 103,915 plazas de alquiler turístico, lo que evidencia la creciente dependencia de este modelo. Formentera destaca por tener el mayor porcentaje de estas plazas, mientras que Ibiza figura con la menor proporción en este ámbito.
El informe también enfatiza cómo esta masificación está vinculada al aumento del Indicador de Presión Humana, que muestra una inclinación ascendente en todas las islas, igualmente destacando que el crecimiento del turismo supera el de la población local.
En el caso de Mallorca, este crecimiento es más agudo, seguido de cerca por las Pitiusas y, con una tasa de crecimiento más moderada, Menorca. Las proyecciones indican que, en momentos de alta demanda, la población flotante superior a 2 millones de personas podría resultar en situaciones críticas de presión sobre los recursos locales.
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