Pau Rigo relata un violento asalto que lo llevó a temer por su vida y a tomar la decisión de defenderse.
PALMA, 8 Nov. - En un caso que ha captado la atención de la opinión pública, Pau Rigo, un octogenario de Porreres, Mallorca, se encuentra en el centro de un juicio tras un incidente trágico ocurrido en febrero de 2018, donde se vio forzado a tomar una decisión extrema para proteger su vida y la de su esposa. Durante el juicio, Rigo ha relatado con emoción cómo dos asaltantes, que resultaron ser hermanos, lo atacaron, golpeándolo repetidamente en su hogar. Su relato enfatiza la angustia y el terror que sintió en ese momento crucial. “Esa fue la situación que me llevó, finalmente, a tomar la decisión de defenderme”, afirmó, justificando así su reacción de usar una de sus escopetas en defensa propia.
Este viernes, la Audiencia Provincial ha dado continuidad a la repetición del juicio con jurado popular, en el cual el anciano enfrenta un pedido de cuatro años de prisión por parte de la Fiscalía, acusado de homicidio. Sin embargo, la defensa de Rigo sostiene que sus acciones se enmarcan dentro de la legítima defensa. En la segunda sesión del juicio, no solo Rigo, sino también los otros tres acusados, quienes fueron identificados como los planners y ejecutores del robo, han ofrecido su testimonio ante el tribunal.
Durante su declaración, Rigo recordó que en el momento del asalto, él contaba con 78 años y se enfrentó a una situación de extrema vulnerabilidad. Relató cómo fue atacado por los ladrones, quienes lo golpearon en distintos momentos, aumentando así su temor por su propia vida y la de su esposa. Este contexto, sumado a un robo violento anterior que había sufrido en su casa, intensificó su sensación de inseguridad. “Temí por nosotros”, enfatizó el anciano, brindando una perspectiva sobre su estado mental antes de hacer uso de su escopeta.
Después de identificar un pequeño margen de oportunidad, Rigo se dirigió a su habitación para tomar una de sus escopetas, en un acto que describió como un intento de intimidar a los intrusos y hacer que se marcharan. “Nunca consideré disparar; solo me defendí. No fui yo quien atacó, fui atacado. ¿Qué más podía hacer? Disparé sin apuntar, no tenía idea de dónde iba el tiro”, explicó, subrayando su lucha interna entre la supervivencia y la violencia que experimentó en ese instante.
Del lado de los delitos se encuentra uno de los ladrones que logró sobrevivir, quien contradice la versión de Rigo, negando que él o su hermano lo agredieran. "En ningún momento actuamos con agresividad hacia él. Tenía plena libertad", declaró, exponiendo su postura ante el tribunal mientras el Ministerio Público busca imponerle una sentencia de seis años por robo y lesiones.
Sin embargo, el ladrón también manifestó su empatía hacia Rigo, afirmando: “No estoy aquí para catalogar a Pau como un asesino. Podría ser mi abuelo. Solo deseo que se reconozca la verdad de lo que ocurrió. Admito que fui un provocador, me equivoqué, pero enfatizo que el arma no debería haberse disparado”. Su declaración añade un matiz complejo al caso, donde las emociones y las decisiones precipitadas juegan un papel central.
Finalmente, los dos vecinos de Campos, acusados de ser cómplices en la planificación del robo y de haber transportado a los asaltantes al domicilio de Rigo, también han reconocido su participación. Enfrentando una sentencia de cinco años de prisión, estos individuos ya cumplen condena por un robo previo en la misma residencia de Rigo, lo que aporta un mayor contexto sobre la cadena de delitos que rodean este caso tan mediático.
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