El caso del trágico fallecimiento de un turista alemán en una autopista de Llucmajor, ocurrido en octubre de 2022, ha tomado un giro significativo en el juicio que se desarrolla actualmente, donde dos hombres se enfrentan a graves acusaciones. En la última sesión, el jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional descartó de manera contundente las afirmaciones de las defensas que sostienen que el fallecido se lanzó de la furgoneta en marcha de manera voluntaria.
El agente, durante su declaración, remarcó que “nadie en su sano juicio se arroja a la autopista a esa velocidad, de espaldas, en sentido contrario al tráfico y se deja caer inerte como un muñeco o como un saco de patatas”. Esta afirmación se produjo en medio de la confrontación legal, donde las versiones de los acusados son puestas a prueba frente a la evidencia presentada por la acusación.
En respuesta a una pregunta directa de la abogada que representa a la familia del afectado, el inspector fue claro, asegurando que “no, bajo ningún concepto” el turista había saltado del vehículo. Este testimonio es crucial, ya que retorna al centro del debate jurídico la naturaleza de la muerte, que inicialmente se consideró un accidente de tráfico antes de que se revelaran indicios de posible actividad criminal.
La reanudación del juicio permitió que el alto mando de la Policía Nacional compartiera detalles sobre la rigurosa investigación que llevó hasta la actualidad, un proceso exhaustivo que consta de más de 400 folios. Recordó cómo se desarrollaron los acontecimientos desde que la víctima se separó de un amigo en la conocida calle del Jamón hasta el instante trágico del atropello.
Un testigo crucial afirmó que presenció cómo el turista fue arrojado fuera del vehículo en movimiento, lo cual contradice la narrativa de los acusados. Según el inspector, “si alguien quiere saltar de un vehículo, lo hace por el arcén”, enfatizando que caer del lado contrario a la calzada sería “muerte segura”, aspecto que señala la peligrosidad de la situación.
Asimismo, el inspector refutó la defensa de uno de los acusados quien, en su declaración, sugirió que intentó impedir que el turista saltara del coche. Según el testigo, resultaría físicamente inalcanzable para alguien en el asiento del copiloto llegar hasta la parte trasera donde se encontraba la víctima, a menos que tuviera “unos brazos sobrehumanos”, subrayó el agente.
Respecto a la alegación de que los acusados pretendían ayudar al joven, que se encontraba en estado de ebriedad y sin camiseta, el policía indicó que, al analizar las grabaciones de seguridad, era evidente que existieron múltiples oportunidades para haberlo llevado a su hotel, en lugar de dirigirse hacia la autopista. “Su intención era robar”, aseveró, recordando que uno de los acusados había admitido este hecho en sus declaraciones.
Además, el inspector desmintió la posibilidad de que el turista hubiera atravesado la carretera por su cuenta, argumentando que, ante situaciones como esta, se suelen recibir numerosas llamadas al 112. Sin embargo, en este caso, las llamadas se iniciaron únicamente después de que se produjera el atropello, lo que señala aún más la improbabilidad de que la víctima llegara a la calzada por sí mismo en el breve periodo transcurrido.
Durante la audiencia, también se mostraron grabaciones de las cámaras de seguridad que evidencian el momento en que la furgoneta se incorpora a la autovía, desacelera y el resto de los vehículos frenan, aparentemente al encontrar al turista tendido en la carretera. El inspector reafirmó que “las lesiones que presentaba sólo eran compatibles con que el cuerpo estuviera tumbado, ninguna otra posición”, lo que refuerza la narrativa de un atropello y no un accidente autónomo.
El proceso de identificación de la furgoneta implicó el cruce de datos de casi 100.000 vehículos a través de lectores de matrículas en Mallorca, lo que muestra la complejidad y la seriedad de la investigación llevada a cabo.
Finalmente, el inspector también expuso una inquietante revelación sobre uno de los acusados: después de ser detenido por otros delitos, se halló que había realizado más de 20 búsquedas en Internet sobre el incidente, a pesar de que el suceso solo había sido reportado brevemente en la prensa aquel fin de semana y calificado como un accidente de tráfico. Una pista que deja entrever un posible intento de encubrimiento y que podría tener repercusiones significativas en el desarrollo de este caso.
Por último, se expuso que las cámaras del parque de la Porciúncula captaron la última imagen con vida del turístico, mostrando a la víctima en dirección a su hotel antes de encontrarse con su fatídica suerte al encontrarse con la furgoneta involucrada en el suceso. Estos elementos de prueba son vitales para comprender no solo la dinámica del evento, sino también las intenciones detrás de las actuaciones de los acusados.
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