Estudio revela que el 40% de los adultos en Baleares fue objeto de acoso escolar
El 37% de los adultos de Baleares que sufrieron acoso en la infancia afirman que les ha marcado y el 12,5%, que pensó en el suicidio
Según el IV Estudio sobre la percepción del bullying en la sociedad española realizado por Totto y Educar es Todo, se ha revelado que cuatro de cada diez adultos de Baleares aseguran haber sufrido acoso durante su etapa escolar. Estos datos son alarmantes y evidencian el grave problema que persiste en nuestras instituciones educativas.
El 37,5% de los adultos que fueron víctimas de acoso escolar en la infancia afirma que esta experiencia les ha marcado para toda la vida. Además, el estudio revela que un preocupante 12,5% llegó a pensar en el suicidio debido a la tortura psicológica que sufrieron.
Este informe también indica que el acoso escolar tuvo diversas consecuencias en la salud mental de las víctimas. Un 25% de los adultos que sufrieron acoso se volvieron más introvertidos, mientras que un 13% experimentó ansiedad y un 1% cayó en una profunda depresión. Sin embargo, cabe destacar que otro 13% asegura que esta experiencia de violencia les hizo más fuertes.
Por otro lado, resulta preocupante que el 7% de los niños y jóvenes de Baleares, con edades comprendidas entre los cinco y los 18 años, afirmen sufrir actualmente acoso escolar. Aunque este porcentaje es inferior al promedio nacional, que se sitúa en un alarmante 23%, debemos seguir trabajando para erradicar por completo esta lacra de nuestra sociedad.
Es especialmente alarmante que, según el informe, el 100% de los estudiantes que sufren bullying en Baleares no se sienten respaldados por las instituciones educativas. Esto pone de manifiesto la necesidad de fortalecer los mecanismos de apoyo y protección en las escuelas para garantizar la seguridad y el bienestar de todos los estudiantes.
En conclusión, estos datos nos confrontan con una realidad preocupante y nos exigen tomar medidas urgentes para frenar el acoso escolar en Baleares. No podemos permitir que más niños y jóvenes sufran las secuelas emocionales y psicológicas que deja este tipo de violencia. La educación debe ser un espacio seguro y acogedor para todos, donde prime el respeto y la empatía.